DIÁLOGO DE LIBROS(I Parte)

“No es exagerado afirmar que el Fondo de Cultura Económica ha llegado a ser la institución cultural mexicana de más prestigio en el extranjero” rezaba el slogan de entrada. Alí Chumacero no se equivocó. Gran orgullo tener una editorial tan respetada y respetable.
Sábado, día de fiesta, de letras vivas, de decidir, de seleccionar, de venerar, de abrazar, de sonreír, de nunca terminar…
Nueve horas allí. Mis pies vencidos, mis manos adoloridas por el peso literario. En contraste, hinchado el corazón de alegría. Estaba donde quería estar…El ambiente me resultaba familiar. Todo era mágico: azul tenue para amar y sólo el blanco para soñar, diría Arthur Rimbaud. Soñar que estás aquí y no allá. Cerrar los ojos y delinear formas y con ello, al igual que Yuko: No te marches antes de saber lo que debes saber.

Por favor Monique, no desistas, eres aventurera incansable…sólo una vez más, me decía el último aventurero: Ryszard Kapuscinski, lo leí en vida y en ojos cerrados le sigo: “Escribo a mano porque la escritura debe estar ligada al cansancio físico. Resulta difícil escribir en un mundo que vive una transformación tan veloz y profunda, la tierra desaparece bajo los pies, los símbolos cambian, los signos indicadores se trasladan y los puntos de referencia ya no tienen un lugar fijo. La mirada del que escribe no cesa de deslizarse por paisajes nuevos y desconocidos y su voz se pierde en el estruendo del acelerado alud de la historia. Escribir: Se trata de encontrar la primera frase, una muy sencilla, digna del más elemental de los libros de texto para niños. En ella está la salvación”. (El mundo de hoy)

Fernando Pessoa me susurraba: “Estoy cansado de entregarme a mí mismo de lamentar mis desgracias, de tener lástima y llorar por mí. Lo único que sé en este momento que el artista debe ser hermoso y elegante, porque quien admira la belleza no debe carecer de ella”.(Diarios)

Johh Fante, coincidía: “Escribí a mano en un cuaderno escolar de papel pautado, ya que de máquinas de escribir no sabía nada ni me importaba. Bastaba con mi caligrafía, que era clara, minuciosa y pulcra. En dos días terminé un cuento sobre la Conservera Toyo. Al terminarlo lo repase para ver el efecto. No, no era Dostoievski. No sabía lo que era. Un popurrí. Era London, Hemingway, Scott Fitzgerald, Chandler. Una maravilla, un objeto bello, era tan bello que me lo devolvieron en la editorial tan aprisa. No importaba.(La hermandad de la uva)


Lleno de palabras certeras, Goran Petrovic apunta: “Sosteniendo este libro bajo tus dedos sientes el frío de la piel serpentina de la uróboro, cuya entrada eres también tú, que lees esto, que estás en la búsqueda de ti mismo, que viajas tras ti mismo, sin ser consciente de que también tu eres el muerdecola, con el principio y el fin desconocido”.(Atlas descrito por el cielo)

Iván Thay intenta escribir una carta, la envía a la reseña de Conciencia Personal: “Jazmín consiguió que yo tuviera un orgasmo. Un golpe seco de mi nuca contra la almohada. Luego, el cielo cerrado de la habitación. No nos conocemos; sí ahora alguno de los dos se pudiera hacer promesas no significaría nada. Nos quedamos callados. Se oye la respiración como una marea. Como una marea en voz baja”. (Un lugar llamado oreja de perro)

Monique, no soy nada. Te habla Silke Scheuermann. Cúantas mañanas nos levantamos y decimos: No soy nada. Nada más que una tenue silueta. Un animal herido, que supone que la causa de su dolor se halla en algún lugar. Me estaba enloqueciendo. Me estoy despojando, me quiero menos ¿Cómo se maneja el sufrimiento? (La hora entre el perro y el lobo)

Si de dolor se trata, Emiliano Monge, sufre temprano: Me duele el dolor. El alba descubre los objetos tendidos en la arena. El cuerpo de un ave se pudre en la orilla, la cabeza yace enterrada. Las plumas mojadas se pegan unas con otras, simulando una piel uniforme. Cada reproche enterrado emerge de su tumba, así es el silencio desierto.(Arrastrar esa sombra)

Mexicana, no hablemos de dolor, bebamos poesía, me arrulla Maxence Fermine: “Una noche de diciembre, la joven de la fuente lo inició en el amor. Su piel tenía el sabor del melocotón. Yuko beso su seno blanco, tomó en su boca un pezón y lo chupó como si fuese un limón de luna. No lo soltó hasta el alba. Yuko escribió setenta y siete haikus, a cual más blanco y hermoso, los tres últimos fueron:
Nieve límpida
pasarela de silencios
y de belleza
música de nieve
grillo de invierno
bajo mis pasos
mujer agachada
que orina y hace fundir
la nieve (Nieve)

El cronopio mayor reflexiona: “jamás escribiré expresamente para nadie, minorías o mayorías, y la repercusión que tengan mis libros será siempre un fenómeno accesorio y ajeno a mi tarea; y sin embargo hoy sé que escribo para, que haya intencionalidad que apunta a esa esperanza de un lector en el que reside ya la semilla del hombre futuro”. (Julio Cortázar desde tres perspectivas)

El rumor del oleaje, agitaba las conciencias personales, de vez en cuando el fuego moribundo de Yukio Mishima crepitaba un poco. Oían ese sonido y los silbidos del viento al pasar ante las altas ventanas, todo ello mezclado con los latidos de sus corazones. Esa sensación incesante de embriaguez, el confuso retumbar de las olas en el exterior y los ruidos de la tormenta entre las copas de los árboles, siguiera el ritmo violento de la naturaleza. Y la sensación imperecedera de una felicidad pura y sagrada formaba parte de esa emoción. (El rumor del oleaje)

Escritores leídos, algunos venerados, otros desconocidos, sin embargo, conversamos como amigos que se reencuentran y que se reconocen recíprocamente en las caligrafías, en los sabores de la imaginación y en las inquietudes. ¿Dónde tengo los ojos? Hay un libro para cada lector.  Goran Petrovic, vuelve aparecer: “Hay mucho de todo, lo más difícil es decidir…¿Qué historia es digna de recordar? ¿Cómo escoger entre la abundancia? (Diferencias)

Monique, seguía, seguía, hilvanaba letras, olores, “Las palabras y los días” le recordaban su identidad mexicana en caligrafía de Octavio Paz: “El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos, también de sí mismo, pero nunca se raja. Para nosotros contrariamente a lo que ocurre con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una traición. El mexicano puede doblarse, humillarse, “agacharse", pero no “rajarse”, esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad". (Una antología introductoria)

El apetito se esfumó, se atragantaba de literatura, ciencia, música, poesía, fotografía, cine, ponencias; un espacio cultural digno…. comería letras más letras. La XXX Feria Internacional del libro del Palacio de Minería, organizada por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, cimbraba su Conciencia Personal. La fiesta de las letras rindió homenaje al estado de San Luis Potosí. Más de 400 editoriales de Iberoamérica juntas. Un platillo apetecible: Fondo de Cultura Económica, Sexto Piso, UNAM, Porrúa, Alianza, Cal y Arena, Océano, Limusa, Pentagrama, Colofón, Anagrama, Siruela, Siglo XXI, CONACULTA, Paidos, entre otras…

Continuará…

p.d. Iván y Alberto, queda pendiente el café…día de libros, libros y libros…