Me gustaría que se leyera este libro como se entra en una habitación íntima, en una tarde de lluvia, y uno se pone cómodo, se sirve un té o una copa y se siente a gusto sin necesidad de ir a otra parte. Esta habitación unas veces será luminosa con la ventana abierta por donde llegan los perfumes desde el fondo de la memoria; otras, podrá ser cálida y confortable, y bastará con observar el pavimento de madera, los cuadros, los muebles, las fotos amarillas que se guardan en el álbum, mientras suena una música de jazz.
Lo observo desde la poltrona de madera. Enfrente, espejos que ciegan la memoria de 72 años a cuesta. Su nostalgia es más grande que su estatura. La rueda sigue su giro; el tiempo jamás se detiene; las arrugas jamás se planchan ¿qué gano con saber y sentir que soy viejo o qué gano con saber que soy débil?. El alarido desgarrador, punzante, sale de la casa de sus abuelos en Denia. Manuel Vicent, valenciano, observa con lupa lo más profundo de sus fotografías color sepia, que narran momentos añejos, presentes e imaginan futuro. Vida aderezada con perejil, azafrán y ajo; versos de Leopardi más aprendizaje de Marco Aurelio:“La vida consiste en ir muriendo y sólo se alcanza la sabiduría cuando uno incorpora la muerte a los placeres de cada día”. Transcribe recuerdos contados por sus familiares durante la guerra civil española: “Porque el terror huele, sin duda alguna. El terror huele a hierro oxidado”. Sus primeros pasos a los 8 meses de edad y sus primeras caídas que, lo harían caminar a gatas hasta los 2 años, y el padre siempre enérgico: "Eso le enseñará que en la vida hay que saber dónde se ponen los pies".
Melancolía autobiográfica de un hijo obligado y negado a ser sacerdote; de un hijo que tenía necesidad de querer antes de que muriera su padre; una madre que sólo tenía ojos para su esposo; un tío hablando con las plantas. Manuel Vicent, nos dice: “No quisiera mentirme. Tal vez no voy a tener el valor de levantar la tapa de la quesera, con la que trato de proteger mi alma de las moscas, a no ser que la escritura desate el nudo asentado en el diagrama. La vida consiste en equivocarse, cada uno a su manera”.
Poco a poco entramos a esa habitación y nos enteramos de su devota admiración al escritor Pío Baroja; determinante en su carrera de escritor y periodista… El tiempo fijado en aquellas fotografías sepias. Todo pasa y todo vuelve. Ahora soy adolescente y mis navegaciones me sacuden. Me gusta el silencio de los marineros. Contiene dentro todas las tragedias del mar y también su fuerza. Me gusta el rostro de arcilla de la gente de la mar y el silencio de siglos que ha vertebrado su alma.
¿A qué conduce mirar viejas fotografías si ya se ha abierto el cielo? La intensidad como el oleaje sube. Vicent trastoca lo sublime, se sabe poseedor de una narrativa generosa: “En este álbum están conmigo aquellos niños que en el pueblo fueron mis amigos. El tiempo habrá creado erosiones y heridas en sus rostros. Los veo a mi lado en la playa, de excursión por las montañas. Algunos ya han muerto. Otros habrán envejecido, como yo. ¿Qué es el tiempo? El tiempo es cada arruga del rostro, la amargura de la sonrisa, el cansancio de la mirada, la sensación de que ya se ha vivido bastante y que hay que acabar. Sólo navegar vence al tiempo y nos vuelve jóvenes. De una belleza azul como el mar, una voz dicta el corazón envejecido del escritor: a los dieciséis años sueña con escribir libros, imaginar historias de amor, volar en una alfombra mágica sin salir de la habitación y sólo tiene que cumplir una orden: no dejar nunca de ser aquel niño que iba en bicicleta a la estación. El pensamiento vuela, semeja un papalote o cometa, se nutre de Unamuno, Ortega y Gasset, Sartre, Camus, Goethe y Machado…
Su bello peregrinar recorre calles, rincones, cafés y cines de su amada Valencia, hasta recordar su fiebre por Marisa:“Fue mi primer amor y a medida que me fui haciendo adulto se multiplicó en las mujeres que amé, porque el amor es lo eterno y no lo amado”. ¡Lloro porque te voy a olvidar!
La memoria transita a Madrid; su casamiento apresurado y a los nueve meses convertido en papá; sus pasos en la Facultad de Derecho y Filosofía. Todo, todo reflejado en diferentes espejos sin pulir…El tiempo ha borrado esos lugares o los ha transformado. Negado a clavarse un cuchillo en el corazón que dejar que su literatura caiga en manos de la nostalgia...No hace más que subrayar lo que no quiere, lo que está próximo: Una dirección en la agenda que se tacha, un número de teléfono que ya no se consigue recordar, un viejo bar que cierra, un amor que termina, un rostro que se desdibuja, eso es, en realidad, la muerte, porque uno muere cuando no tiene fuerza para salvar un amor.
Del baúl de terciopelo salen interminables fotos color sepia, que reflejan las raíces de la memoria del escritor. Es tarde, debemos zarpar, Vicent, suelta amarras del velero en las aguas azules del mediterráneo, los colores de juventud quedan atrás y el color de la vejez nos espera al SON DE MAR.
Libro: VERÁS EL CIELO ABIERTO
Autor: MANUEL VICENT
Editorial: ALFAGUARA
30 comentarios:
me atrae mucho la idea de leerlo...
Me siento retratada en lo que dices. Manuel Vicent, Dénia a dos pasos de mi casa.
El silencio del mar que no te deja sentirte sola, pero permite que seas libre.
Las fotos color sepia, los amigos de la niñez.
La sabiduría que encierra el Mediterráneo, junto con la sal, la añoranza de tiempos pasados, y ese futuro presente ahí cerca dentro.
Lloro por que no quiero olvidar, río por hacer el payaso.
Tropezar, caer, levantarse, vivir y ser valientes para salir a la calle sin máscara.
Las dos opciones de cumplir años son la destrucción o la creación, me apunto a la segunda ...verde, esperanza, descubrimiento, recuerdo
Besos y gracias.
Vaya, tan buena la critica que me has metido el gusanillo...
Besos guapa
Querida MONIQUE!
Es muy bello tu post!!!
Me pasa,
con años ya vividos,
el tener que luchar con la nostalgia....casi siempre pierdo!
El tiempo atesora los recuerdos, lindos o no,
y cuando ellos se hacen presentes
nos invade ese sentimiento de ausencias, de tiempos idos.
NO OBSTANTE
SIEMPRE SEREMOS LO QUE RECORDAMOS!
MONIQUE!
desde este Buenos Aires, por momentos con lluvia,
te dejo mis saludos y
con ellos
los mejores deseos para VOS!!!
besos
Oso
Conocí a Manuel Vicent hace 25 años, y me quedé prendado de la generosidad narrativa de la que habla. Hace dos días, le escuché en una entrevista (creo que en El ojo Crítico, de Radio Nacional de España) y sé que saca libro nuevo, pero no recuerdo en este momento el título. Le escribiré para decírselo.
Parece mentira, pero hasta Manuel Vicent parece aún mejor de lo que es, cuando Ud. lo aconseja.
Amiga por aquì vuelvo...
Me gusto lo de: hilandera de sueños.
Aquì estarè siempre para acompañarte en cada uno de ellos.
Intimidad y confesiòn en cada letra de este Cielo Abierto, leyendo sus pàrrafos nos sentimos ahi al ladito del autor ...
Excelente elecciòn Moniquè, perderse por tu mundo es maravilloso, gracias por permitrime perderme en cada lectura que nos ofreces.
Beso enorme enorme
Olvido
Parece un buen consejo del que debo tomar nota. Gracias.
Besos
.. lo has presentado tan atractivo que apetece un montonazo leerlo.. :-)
.. "el amor es lo eterno" y también lo amado en ese reflejo..
.. besos desde mis colinas solitarias..
gracias por al recomendacion
muy bonito el texto
Hola Monique
Una reseña humeante y deliciosa.
Salu2 córneos
Gracias Monique.... voy una semana de vacaciones en diciembre y es el momento ideal para llevar tus libros.... sabes a que me refiero, en mis vacaciones vas a estar presente siempre mi linda y encantadora amiga...ya lo sabes.
Besos
Coinicido con chulina, has hecho una entrada magnífica que nos habla de la vida, en compañía de ese gran escritor que también admiro que es Manuel Vincent. Excelente todo.
Con tan estupenda reseña es imposible no pasar por la librería...gracias monique
bss
Seguro que está tan bueno che? un poquito exagerada sos eh? jajaja
Yo leí "La novia de Matisse" y me pareció una maravilla; así que tendré muy en cuenta tu recomendación.
Muchos besitos.
Como siempre, maravillosa reseña de este libro.
No he leído nada de este escritor, pero he visto alguna adaptación en cine de sus obras.
Reflexiones sobre la vejez y la muerte. Hermosas palabras ante una colección de fotografías en sepia, ante un sinfín de recuerdos, un encuentro con la memoria… Maravilloso. Invitas a entrar sigilosamente en esa habitación, sentarse en una mecedora cómoda al lado de la amplia ventana y dejarse transportar por los textos de alguien que sabe poner en palabras lo más importante de una vida.
Besos
Suena muy buena la recomendación, El cielo abierto que titulo más sugestivo y el atardecer de nuestras vidas al son de las olas del mar que exquisito.
Saludos
Leí un libro de Vicent, hace bastante tiempo (no recuerdo su título) y me gustó su modo sutil de utilizar el lenguaje, no exento de una fina ironía. Después lo vi en alguna tertulia... pero no demasiado.
Te he leído con interés y, te confieso, más que el libro me ha gustado tu recesión. Eres muy buena haciéndolas... y creo que no es la primera vez que te lo digo.
Besos, Monique.
Solo me pasaba por aquí para conocer tu blog. Me ha gustado y prometo visitarlo regularmente.
Un saludo.
Anoto, busco, y vuelvo.
Gracias,
besos,
Vulcano.
Pues el libro no se si me gustará Monique, porque la verdad es que no he leido nada de este autor, pero coincido con Dédalus en que la crónica que haces del mismo mezclada con esos apuntes de su vida y su entorno me ha encantado y de alguna manera me lleva a intentar leerlo.
Y digo intentar porque hace tiempo que me falta " tiempo" para poder leer cuanto quisiera leer.
Un beso
Es cierto lo que dices. Es más, el otro día oí una entrevista que le hacían en la radio y decía que sacaba un nuevo libro al mercado. No recuerdo el título, pero lo he recordado al leerte.
Un beso
Hablando del Montgo...no podré olvidarlo. Lo mire durante 3 años, todas las noches frente a mi ventana. Pero sólo una noche de luna llena, iluminado, supe que ya no podría olvidarlo.
Siempre que te visito me entran unas ganas terribles de comprar libros.
Maravilloso relato sobre Vicent, te haré caso Monique, no leí Verás el cielo abierto.
Recuerdo que descubrí a Vicent por sus artículos en el diario El País y me dejo fascinada.
Un fuerte abrazo.
MaLena.
Hola / Hola -
Mi dejar saludos...
Hola Monique, me parece una vida como otra cualquiera, con sus recuerdos, sus detalles, su nostalgia..pero con una diferencia: es una vida descrita de forma muy poética, y solo cuando se sabe narrar, cualquier pequeña cosa se convierte en interesante. Las palabras son como el envoltorio lujoso de un regalo. Si se miman las palabras y la narración, y Vicent lo hace, te quedas con la sensación de formar parte de ello también.
También tú lo haces: Describes los libros con tanta pasión y amor que todos se convierten en especiales.
Otra cosita que me ha gustado de tu post es una frase de Vicent con la que siempre discutimos una amiga y yo, la de incorporar la muerte a la vida.. "La vida consiste en ir muriendo y sólo se alcanza la sabiduría cuando uno incorpora la muerte a los placeres de cada día". Yo soy tan vital que es algo que me cuesta hacer..quizás cuando pase de los 70 como él.
Gracias por el post y un beso!
Contar una vida ayuda, a menudo a encontrarle sentido, y lo que no se narra puede olvidarse, pero lo que se escribe perdura. Gracias por invitar a la lectura como lo haces, por compartir tu pasión y por saber transmitirla. Un beso.
Siempre he leido sus colaboraciones en el periódico "El País", pero sin duda alguna, su novela "Son de mar" me cautivó, "El anarquista coronado de adelfas"...
de nuevo me siento más cercana a tí, mi querida amiga.
Besos admirados.
De un blog que me gusta mucho:
"Conocer a fondo el alma humana, no sorprenderse de nada, estar de vuelta de todo, pero conservar siempre la virginidad en la mirada ante cualquier tragedia, villanía, heroísmo o golpe de fortuna que acontezca en la vida y contarlo como si sucediera por primera vez, ésta es, a mi juicio, una regla de oro para un escritor:"
http://elblogdeenriqueortiz.blogspot.com/2008/11/casa-de-citas-manuel-vicent.html
Besos
Cuando los libros se leen sin la necesidad de ir a otra parte es que son dignos de ser disfrutados. Más cuando transforman las imágenes y los recuerdos en palabras que se desbordan a raudales. Saludos afectuosos, de corazón.
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