"No hay que preparar las maletas ni que hacer planes en el papel, con acompañamiento involuntario de olvidos, para la parte aún libre del día siguiente. No hay que hacer nada en la víspera de no partir nunca". El librero estaba leyendo. Leía para nadie. Leía en una lengua incomprensible, griego, checo, pensé, y el corazón me dio un vuelco. ¿Que voz era aquella? Parecía una especie de cantinela, una letanía, una oración....
-Yo no vendo libros, los leo.
-¿Los lee? ¿A quién?
-¿Un librero que no vende libros? ¿Pero qué librero es ese?
Roberto Vecchioni, escritor italiano, construye una fascinante e inolvidable fábula basada en el amor a los libros y lo que ocurriría, sin ellos. Selinunte, antigua ciudad griega al sur de Sicilia, marca el escenario costero del viejo librero y Nicolino, un niño de 13 años de edad.
En su llegar al pueblo, el librero instala una galería de libros, ofreciendo lecturas gratis; sin despertar el interés de los habitantes de Selinunte. Nicolino, testigo mudo de las tertulias literarias, logra filtrarse en la tienda, y de tarde en tarde, escucha sorprendido a Shakespeare, Rimbaud, Borges, Pessoa, Proust, Leopardi, Tolstoi, Dante, Ivan Ilich..
"Todas las palabras escritas por los hombres son enloquecido amor no correspondido; son un diario apresurado e incierto que tenemos que llenar a la carrera porque tiempo hay poco. Un inmenso diario que tenemos para Dios, para no acudir con las manos vacías a la cita"
Sin embargo, la indiferencia, la hipocresía y la ceguera a los libros, provoca que los habitantes de Selinunte, dejen de comunicarse a través de palabras; no logran entenderse con el resto del mundo, por ejemplo, aquel anciano que empezó a confundir "limones" con "timones". "Hemos perdidos verbos fundamentales, y no conseguimos usarlos en la circunstancia adecuada: hemos perdido todos los matices. Y con los matices, todos los sentimientos que los acompañan o provocan"
Cómo decirle a Prímula, pensaba Nicolino: "Nada vive tan intensamente como el tiempo detenido; porque no son las personas que corren, los objetos que caen, las voces que resuenan, las que hacen la vida: esas son imitaciones inexactas de la vida. La vida es una e inmóvil, igual a sí misma desde siempre; la vida es otra cosa"
Prímula sabe que yo la amo, pero dentro de sí tiene un nudo de sentimiento que querría sacar y no puede; se ayuda con gestos con palabras truncadas; no es que me importe por mí, pero sufro por ella. Lo veo, sería feliz si me hablara, si me contara algo más, encontrar ternura, pero todo lo que tiene dentro se queda allí, porque le faltan las palabras, se queda en el aire, como una premisa sin final.
Roberto Vecchioni, logra en el lector, una ternura sublime, infantil, que trasciende la memoria:"Porque los vientos no se sabe nunca cuando llegan, cómo llegan. Son imprevistos e inexplicables como los movimientos del corazón.. Y luego cuando el viento se aplaca, se calma, miras a tu alrededor y ves que todo se ha alterado, que todo ha cambiado, se ha hecho irreconocible"
Mientras la casa del librero ardía, resonaban las palabras de Rimbaud: "Ningún dolor más grande que recordar el tiempo feliz en la miseria". El incendio provocado, consumió todos los libros; más tarde, éstos volaban en los cielos de Selinunte orquestados por un flautista. Un canto de pájaro agredido, herido, inundó el silencio: Las palabras se marcharon para siempre.¡Qué tragedia!
Se deslizan los días y se engrandece en mi recuerdo:"El librero de Selinunte". Hermoso, original y necesario. Lectura ágil, de colores cálidos, con sabor a cereza, olor a menta, olivo, romero y pomelo.
Libro: El librero de Selinunte
Autor: Roberto Vecchioni
Editorial: Gadir
11 comentarios:
Sabores, olores y letras que atraen con tus comentarios. Intentaré leerlo. Abrazos
Tu descripción invita a leerlo.
Gracias por compartirlo
Un abrazo
Sin duda, muy apetecible.
Un librero que lee, por el placer de leer. Libros a los que pocos prestan atención, palabras que se pierden, comunicación rota o superflua, el fuego. Triste y bello.
Esta mañana, como muchos domingos, me levanto, me preparo un espléndido desayuno, y, después regreso a la cama, con un libro y así podría quedarme todo el día.
Biquiños y gracias
Escucho esos comentarios y tomo nota porque tus letras ayudan...
Un saludo, Monique
Estimada amiga, sigues destilando cultura a granel. que bien.
Me hipnotizan tus comentarios acerca de los libros. Y como además estuve en Selinunte hace algunos veranos, todo se hace cómplice para buscar este libro.
Un abrazo enorme, mi querida Monique.
(algo de lo que has puesto me recordó a "Mendel, el de los libros", una preciosidad de relato de S. Zweig, tal vez lo conoces)
muy sugerente
Sabes que el domingo estuve por aquí pero, te lo aseguro me quedé sin conexión...
He buscado alguna referencia de este buen libro y el autor definió el libro como "una fábula sobre el amor a la lectura y a la buena literatura"."Si yo tuviese que hacer como el librero y tirar algo esencial al mar para rescatarlo, eso sería el ser humano y su capacidad para aceptar la realidad, incluso el dolor, algo que sólo puede hacer por amor a los demás", sentenció.
Me gustó esta referencia y el buen título.
gracias por tu visita, me agradó tu comentario y conocer sobre esta novela.
un saludo.
Las palabras son una de la pocas cosas que puede sobrevivir a la vorágine de los días, establecen vínculos mas allá de lo tangible y conspiran contra el olvido.
Que los silencios no sean otra cosa que la tierra fértil de donde nacen.
Un abrazo
Es un placer leerte de nuevo.
Un beso
El otro dia conocí a Virgi, y hablamos de ti, de lo fantastico d elos puentes y ...bueno venia a darte un beso
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